domingo, 31 de agosto de 2008

El azote de occidente ha vuelto

Queridos aunque ignorantes lectores míos:

Supongo que tras el tiempo que pasaron siguiendo este ilustre blog mío, se sentirían un poco desorientados durante este lapso durante el que no he escrito, debido a que he estado ocupado viajando con la señorita Minkoff a lo largo de la deprimente, polvorienta y decadente geografía estadounidense, lo cual ha sido una experiencia traumática de la que prefiero no hablar demasiado.

Mis aventuras nómadas, sin embargo, se van a ver detenidas al menos por un tiempo, ya que estoy aceptablemente instalado en Canadá. ¿Por qué, se preguntará el poco avispado lector? Pues porque Myrna y yo hemos vuelto a la universidad, y hemos escogido York University, en Toronto, Canadá, para ensanchar nuestros conocimientos, si es que esta universidad no resulta ser tan corrupta como en la que me doctoré años ha.

Personalmente, creo que Europa cuna de culturas y civilizaciones importantísimas, es una región claramente superior a la decadente América, donde me he visto obligado a pasar la mayor parte de mi vida. Y hasta que no tenga constancia de que los aviones son 100% seguros, no subiré en uno. Por lo tanto, el país más aceptable en el que puedo vivir de momento es Canadá, que como deben saber, tiene monarquía, lo cual lo convierte en un lugar con visos de ser aceptable desde el punto de vista teológico.

Les seguiré informando,

Ignatius J. Reilly, estudiante de nuevo

viernes, 6 de junio de 2008

On the road


Fieles (y tímidos) lectores:

Una nueva vida empieza para mí. Dejo atrás la existencia recluída de mi casa de New Orleans con mi anciana madre. Ahora escribo desde un área de servicio, tomando un delicioso Dr. Nuts, mientras Myrna consulta un mapa. Mi válvula se abre al respirar el aire fresco de la noche. Voy de viaje con mi antigua enemiga, montado en su furgoneta mexicana, hacia el norte, hacia el Bronx trepidante, quizá hacia más al norte, hacia misteriosos y nevados países bilingües y decentes; que retrataré en este blog que ahora comienza una nueva etapa.
He logrado rescatar del fuego un par de cuadernos, los disquetes que contenían lo fundamental de mi gran obra, mi abrigo de cuadros y mi gorra de cazador, Myrna ha venido a casa y hemos conseguido salir antes de que llegara la policía a detenerme por prácticas antiamericanas, como si no hubiera delincuencia en mi antigua y corrupta ciudad.
Myrna conduce con destreza, ya ahora también con mesura gracias a mi consejo. Parece que Fortuna me ha salvado por fin de un ciclo espantoso.
Tendrán noticias mías.

Ignatius J. Reilly, on the road.

Apocalipsis

Oh, esto se desmorona todavía más. Mi madre amenaza de nuevo con arrebatarme este ordenador, y creo que quiere llamar a la policía, ya que el terrible jubilado con el que va la ha convencido de que soy un comunista. Tras el traumático y janeeyresco episodio del fuego, mi madre ha venido a despedirse de mi de una forma inquietante, se va con el jubilado, y quién sabe qué deparará Fortuna para mi.

Myrna ha dejado un comentario, y me ha mandado un breve correo acerca de su interés por mi situación. Aunque puedo apañármelas sin ella, si me ofrece su ayuda, no se la negaré, ya que sería descortés por mi parte, aunque me negaría a aceptar una proposición indecente de su parte. Antes arder.

Ignatius J. Reilly, atrapado por las circunstancias

Al comienzo de la escapada

El fin acaba de comenzar, mi madre me ha cogido desprevenido mientras tecleaba en mi Amstrad y se ha desecho de todos mis bienes de la manera más irreflexiva posible: quemándolos en el horno. Toda la casa está llena de humo, es insostenible la situación.
En la mansión del Rey de la Montaña de Grieg resuena al compás de los chasquidos del fuego y temo que sea una estratagema de esa vieja loca para obligarme a salir de mi cuarto a buscar trabajo y abandonarla al libertinaje mientras TODOS mis cuadernos Big Boss, mi guante de plástico y cuantiosos objetos de valor arden atizados seguro por algún brebaje de alto grado.
No sé cuanto más lo podré soportar, la situación es insostenible y ustedes saben que no soy nada quisquilloso. Comienzo a escuchar gritos provenientes de la casa de la vecina, es posible que las llamas estén alcanzando ya su cutre cobertizo. Espero que denuncie a mi madre y acabe de una vez en la Prisión Federal. Mi válvula se cierra, noto la bilis en mi boca. Es hora de ir a buscar un Dr. Nuts.

Superviviente, Ignatius. J. Reilly.

miércoles, 4 de junio de 2008

Un país como Dios manda

Ayer, mientras escuchaba la radio por motivos geométricos (un aparato inventado en el siglo XIX es de lejos mucho más geométrico que cualquiera inventado en el XX, como las cámaras de cine, la televisión o los ordenadores) adquirí conocimiento de la existencia de un maravilloso país que hasta el momento me era del todo desconocido. Este país, eslavo y fronterizo con Rusia, se llama Kapriszkavia, y debería ser ejemplo para todos los demás países odiosos que envenenan la comunidad internacional con sus regímenes no monárquicos y virtualmente democráticos.

Kapriszkavia es un país poblado mayoritariamente por cabras, animales de gran dignidad que nos ofrecen su leche a cambio de unos puñados de hierba y que encarnan los valores más importantes de la antigüedad, representados en actividades tan nobles como el pastoreo de cabras, el consumo de leche de cabra, el comercio de cabras y, en general, cualquier actividad humana relacionada con las cabras, por indecente que esta sea. En Kapriszkavia también viven otras formas de vida más detestables, como los mosquitos, las ranas de charca, los gatos monteses, los osos pardos y los seres humanos. Estos últimos, si bien hasta hace poco se mantenían en harmonía con el maravilloso orden natural que les había sido dado, han optado por abrise a la modernidad y se están volviendo los más detestables de todos. Se han atrevido incuso a instaurar un régimen democrático SIN rey. Me siento triste.

Aún así, la escasa población humana de Kapriszkavia y su tendencia a habitar en poblados aislados construidos sobre piedra virgen o bajo el amparo de las montañas, en grandes cuevas neolíticas, además de su dedicación a las cabras, convierten este pintoresco país en un destino turístico de gran interés para mi persona. Me gustaría perderme por los vastos campos con mis cuadernos Gran Jefe y escribir algún ensayo elogiando los modos de vida, usos y costumbres tradicionales, especialmetne vinculados a las cabras o, si se tercia, a las vacas y ovejas. Y como allí vive tan poca gente, nadie me molestaría. Lo único preocupante es el suministro de salchichas... tendría que llevarme un buen surtido de aquí para poder sobrevivir. La leche de acabra es un manjar que se disfruta más si se toma en pocas cantidades.

Sí, decididamente, tengo que viajar allí.

Fdo. Ignatius J. Reilly, Viajero intrépido.

martes, 3 de junio de 2008

La solución definitiva

La tediosa vida a la que mi madre me ha subyugado al desprenderme de mi preciado y consolador Amstrad puede empeorar ante la amenaza de una inminente incautación del engendro moderno que me mantiene en contacto con el mundo cibernético. Ya he escuchado un par de veces a mi madre hablando con el Agente Mancuso, ese degenerado que se supone vela por la ley y seguridad en esta corroída ciudad, para que se encargue de hacer el trabajo sucio y destruya mi principal fuente de asueto.

No obstante, mi superior inteligencia ha diseñado un plan para evadir los constantes arrebatos de ira materna. Una benevolente página web, No puedo creer que lo hayan inventado, me ha iluminado y creo haber hallado la solución: El Ordenador-Microondas.

Este ingenioso invento de alguna mente perturbada a la par que genial, no sólo me permitirá continuar ilustrando a los lectores del presente blog (sé que se ha convertido en un rito imprescindible para vosotros) si no que me permitirá evadir los ataques de mi vieja madre, alegando quizás que me he convertido en un gourmet de la cocina moderna, a pesar de que considero el microondas un invento poco geométrico.



lunes, 2 de junio de 2008

Mi válvula



Para todos aquellos que, como mi madre y Myrna, dudan de la existencia real de mis malestares pilóricos, escribo este post y pongo esta bella ilustración.

La válvula pilórica conecta el estómago con el intestino delgado, y se cierra o se abre para dejar paso a los alimentos. El cierre de la válvula evita que los alimentos pasen antes de tiempo al intestino, pero si se cierra cuando no debe, desata reacciones terriblemente molestas, que no me detendré en desgranar.

Ya podrán adivinar los lectores en qué estado nos encontramos mi válvula y yo con los niveles de estrés a los que estamos sometidos...