viernes, 30 de mayo de 2008

Por fin algo de Teología y Geometría


Ausentes lectores,


Mi amarga depresión está sanando gracias a las intensas sesiones de Boecio a las que me estoy sometiendo, pero hoy he leído una noticia en un periódico de esos digitales (antes nunca leía prensa, me resulta pernicioso malgastar dinero en esas publicaciones para alimentar a periodistas carentes de decencia) que me ha conmovido y me anima a seguir adelante sabiendo que no estoy solo en la lucha de un mundo recto y armonioso:


El Vaticano establece la excomunión automática para las mujeres sacerdotes


El Sagrado Orden por fin pone límites a las impertinencias de la modernidad. ¿Qué es eso de las mujeres sacerdotes? Dios mío, no conozco a ninguna mujer decente capaz de llevar una vida sin escándalos. ¿Imaginan a la indeseable Mirna Minkoff en alguna iglesia (por supuesto clandestina) ejerciendo de sacerdotisa? Seguro que sería más parecido a una bacanal que a un rito sacerdotal.

¿O a mi vieja madre repartiendo lanzando un sermón? ¡No hay suficiente vino sagrado para saciar la sed de esa harpía que quiere ponerme a trabajar! No, jamás.


Desde luego, espero que ésta sea la primera medida para lograr una Iglesia sacrosanta que reine con dureza en todos los rincones de la Tierra como antaño y que el siguiente paso sea excomulgar a todos aquellos que no hayan leído a Rosvita o no hayan pasado más de cinco años como eremitas.

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